Descuentazo para este clásico moderno que todas las muñecas quieren llevar. Fue por culpa de un despeje fallido de Heitinga que, con todo a favor y sin oposición, apenas llegó a rozar el balón y lo dejó en las botas de Sulejmani, que se sacó un preciso centro y puso el gol en la cabeza de Rommedahl.